Ascensión en hielo a la Historie d’Ô

HISTORIE D’Ô

Hace años que quería hacer esta clásica de hielo con Asier. No es la más dura, ni la más larga pero para mí, es una de las vías de hielo más bonitas de cuantas he hecho.

Pese a la escasez de hielo en el Pirineo, el buen tiempo nos llevó a Asier y a mí a decidirnos a ir a Izas con intención de escalar La Historie d’Ô.

Vimos la ruta desde lejos, y no tenía aspecto de tener mucho hielo, pese a ello y no conocer ninguna ascensión reciente, nos decidimos a intentarla. En el peor de los casos, nos bajamos y podríamos hacer la Notre Dame que sabíamos que había sido escalada.

El primer largo no resulto ser nada sencillo. Hielo hueco, cubierto en muchos sitios por nieve y con agua corriendo por debajo. Al meter muchos de los tornillos, salía un chorro de agua, como si fuese una fuente. Le comente a Asier, “hacemos este largo y vemos que pinta tiene el siguiente” sin estar convencido de poder seguir.

El cajón del segundo largo, era más una escalada en roca que en hielo, pero al pasarlo, la nieve acumulada nos dejó en la segunda reunión. Escale este largo viendo la preciosa goulotte que se había quedado en la parte derecha del tercer largo.

Mientras Asier escalaba el segundo largo, no le quitaba ojo a la goulotte y a lo que le seguía, una cortina de hielo que no tenía pinta de ser muy consistente. Pero para cuando me dio tiempo a pensar, estaba carraspeando los crampones sobre la roca, entrando a la goulotte.

La goulotte no resulto ser difícil ni peligrosa, pero fue una vez superada donde empezaron los problemas. La cortina de hielo se separaba de la pared y hacían la progresión fácil pero peligrosa y el aseguramiento casi testimonial. Agudizando todos los sentidos, despacio y delicadamente llegue a lo alto del resalte y pude picar bien en la canal que se forma bajo la 3.era reunión.

Desde aquí hasta arriba, la tónica fue similar, hielo fino y hueco, de fácil progresión pero de dudosa protección.

Al salir por arriba, nos esperaba un paquetón de nieve para llegar al refugio de Iserias, con una bajada hasta el valle con nieve hasta las rodillas. Pero una vez en camino conocido, nos lo tomamos con calma y llegamos al coche a la luz de las frontales. Inmensamente felices de haber podido escalar esta clásica con este toque que le quedaba a mediados de Marzo.